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sábado, 11 de mayo de 2013

Abrí los ojos y desperté. Como pude ver y sentir, de forma aturdida, ya había amanecido. La luz entraba por las rejas de la persiana, e incluso se escuchaba cantar a los pajarillos a lo lejos. Era un día entre semana, puesto que me había despertado cinco minutos antes de que sonara la alarma. Algo muy rutinario pero a la vez un detalle que todo ser humano odia. Como otros días, había tenido el mismo sueño, o la misma pesadilla. Hace mucho era un gran sueño. Ahora, poco a poco, se ha ido volviendo a una pesadilla. Quizá mi subconsciente me esté diciendo algo. Y sí, lo sé perfectamente, sé lo que me quiere decir, pero mi consciente se hace el loco y pasa. Ese sueño como ya he dicho, es sistemático. Se me aparece en sueños los mismos ojos. Sí, aquellos ojos. Siempre sueño con esa cercanía, en el sueño no existe nada más que esa sensación. Y lo que me encantaba soñar con ello antes... Me transmitía tranquilidad y fuerza, pero en cambio ahora, es una sensación, un signo de cobardía. Me recuerda mi querido amigo el subconsciente lo equivocada que estaba, y que ahora, no puedo hacer nada. Como todos los días, en milésimas de segundo, me da esa sensación. Como todos los días, me levanto y ya es rutina que mi mente dé vueltas alrededor de una persona. No es fácil olvidar, y menos cuando aquello te aportó algo tan grande. Ya hasta dudas de lo que fue, pero esos momentos no me lo puede quitar nadie. Espero que algún día te des cuenta. Y gracias, gracias por todo.

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